miércoles, 2 de mayo de 2007

Un campeón de cine: "Crónicas de El León, la Bruja y el Ropero"

publicado el Jueves 14 de diciembre de 2006 en el Diario LA NACION
por Juan Pablo Varsky Para LA NACION

Hay que ponerle un nombre a esta película. Debe ser original y estar a la altura de semejante historia. Emocionante, con giros inesperados y un mensaje final que va más allá del deporte y apunta a la vida misma: el esfuerzo paga. Sí, se puede. Creer en un proyecto, armar un verdadero equipo, compartir una idea desde el convencimiento, protegerse en la adversidad, no aflojar, poner el corazón, no alejarse del camino fijado, no echarle la culpa al otro, no llorar, apostar al nosotros, eliminar el yo y lograr que el todo sea más que la suma de las partes. Cuando se reúne semejante tesoro, el logro es una consecuencia, en cualquier ámbito. También en este deporte, con imponderables y un rival que también escribe el guión. "Todo lo que sé de moral se lo debo al fútbol" dijo alguna vez el escritor Albert Camus, arquero en su amada Argelia.


Gloria a Estudiantes, extraordinario campeón. No debe minimizarse el legado de este equipazo, mucho más importante que el título argentino tras 23 años de abstinencia.

Vale el objetivo cumplido y, sobre todo, "cómo" llegó a dar la vuelta olímpica en la misma cancha de Vélez donde su entrenador se recibió de futbolista hace 20 años.

Estimados CEO s y gerentes: ya pensaron en Cholo para la próxima charla de liderazgo con el personal, ¿no? No se olviden de su ayudante Nelson Vivas y del preparador físico Oscar Ortega, fundamentales colaboradores en un grupo que ha provocado una revolución en el fútbol argentino. "Quiero que gane Estudiantes por el juego, por la mística y por Simeone", fue la masiva opinión de los neutrales, cautivados por el estilo, la intensidad y el carácter del nuevo campeón. Pero hubo algo más: este equipo le arrancó aplausos a la mismísima hinchada de Boca que, aún desacostumbrada a perder, supo reconocer con hidalguía la consagración de su rival.

La película terminó a las 19.10 del miércoles 13 de diciembre cuando Sergio Pezzotta pidió la pelota y marcó el "the end". Tras título, créditos y agradecimientos, empezó la fiesta que no tiene final. El centro de la escena está en La Plata pero se filma en varias locaciones. Como Mirta, viajamos de Liniers a Estambul, donde Marcelo Carrusca no puede explicarles a sus compañeros del Galatasaray turco lo que siente en este momento. Tan lejos en millas y tan cerca en sensaciones, Chelo puede tapar el recuerdo de aquel penal errado en Morumbí, cuando San Pablo lo sacó de la Libertadores. Allí había empezado todo: miércoles 19 de julio. Estudiantes perdió pero dejó el alma. "Vamos a salir campeones del Apertura", les dijo el DT en el vestuario.

Tras el dolor de la Copa, el torneo local arrancó en Quilmes con el regreso oficial de Juan Sebastián Verón. Apretada victoria con gol de Pavone contra el equipo que luego terminaría en el otro extremo de la tabla. El resto ya se sabe de memoria: tres triunfos de entrada, bajón de la 4» a la 7» con un punto sobre doce posibles, diez sobre diez hasta el empate con Argentinos y el 2 a 0 a Arsenal para llegar al desempate.

Cabe agradecerles a los dos equipos por este partidazo, que nos reconcilia con el fútbol de toda la vida. El match estuvo a la altura de lo que estaba en juego. Manchado desde la organización, el mejor campeonato de los últimos cinco años tuvo la definición que ambos protagonistas se merecían. Como en el tramo final del Apertura, Boca tuvo la ventaja y la chance de rematarlo. Y volvió a claudicar frente a un equipo que nunca se rindió. En este DVD van relatos que no salen en la versión original a estrenarse en La Plata: culpar únicamente a La Volpe por este histórico colapso es injusto. El ya ex entrenador tiene su cuota (con el cambio de Calvo por Guillermo renunció al partido), pero los bajísimos rendimientos individuales (Palacio, Cardozo, Ibarra, por ejemplo) sólo se explican desde la intransferible responsabilidad que les cabe a los futbolistas de Boca, tan participativos que hasta sugirieron la formación de la final.

Volvamos a la película. En la misma cancha donde nació el jugador, se graduó el entrenador. Tras las expulsiones (ganó el Pincha, Ledesma pintaba para figura) y el descanso, Cholo hizo una movida magistral y armó una línea de tres zagueros con el rápido y concentrado Angeleri de líbero. Estudiantes jugó un segundo tiempo de campeón, con pressing, juego asociado, mentalidad ofensiva e intensidad defensiva. Borrado de la cancha, Boca remató su primer tiro a los 25 minutos. Andújar le negó el segundo gol a Palermo, insólitamente insultado por los plateístas pinchas.

Ya había empatado Sosa (la debilidad de Simeone), con un artesanal tiro libre. Y llegó el golazo de Pavone, el toro salvaje, el ropero de Tres Sargentos que no da una por perdida y te mata con su potencia. Tras un par de sufrimientos en el área, llegó el momento de celebrar. Pónganse la Topper del León y recuerden: 7 a 0 el clásico diagonal , triunfos frente a los cinco grandes, gran reacción para llegar al desempate y notable victoria ante Boca en la "grande finale". Jugando bien al fútbol. No, no hay mejor manera de salir campeón. Estudiantes ha ganado un campeonato de película. En estas crónicas sin Narnia quedan para la historia "El León, la Bruja y el Ropero".

jpvarsky@lanacion.com.ar

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